Observaciones del Primer Congreso Interinstitucional de Salud Mental.
Fueron dos días llenos de muchas y diversas impresiones, pero iré al grano: La psiquiatría está sumida en una crisis profunda de credibilidad, pero carece de los medios para salir del atolladero en el que ella misma se ha colocado. Piden recursos económicos y humanos a los gobiernos, pero las cifras estadísticas están peor que nunca.
Tomé mucha evidencia fotográfica de los estudios citados, los cuales abordaré poco a poco. Pero en general, la participación de todo el conjunto de panelistas me generó una pregunta: Si la psiquiatría ha tenido casi nulo impacto en la humanidad desde el principio de su historia, ¿qué hemos hecho como humanidad con lo que la psiquiatría llama "enfermedad mental"?
Es decir, no solo es cuestión de señalar el problema en la no definición de su objeto de estudio, de la imposibilidad de señalar las metas concretas que pretenden alcanzar los psiquiatras con su actividad; sino específicamente ¿en qué lugar está colocada la psiquiatría para poder decir "no hacemos nada por resolver un problema que sólo nosotros vemos" y seguir pidiendo recursos a los gobiernos del mundo occidental? Porque, en efecto, Estados Unidos y Europa concentran la mayor parte de los psiquiatras del mundo; y aun estos países con las más avanzadas economías y con todos los recursos técnicos y humanos, con los programas con más historia y el mayor número de estudios realizados en su población, aún ellos tienen crisis humanitarias que pueden ser señaladas como evidencia de su poca atención a la "salud mental". Y en medio de estos huecos lógicos, se siguen pidiendo recursos para buscar definir lo que estos profesionales quieren hacer con los recursos del Estado.
En cierto punto del Congreso, pude notar que la misma existencia de la psiquiatría obedece a una suprema tolerancia por parte de los gobiernos. Como un derroche de recursos que podrían usarse para procurar el combate del hambre, llegar a cada vez más lugares y garantizar el acceso a la comunicación y la educación; millones de dolares y pesos son invertidos en sujetos que ni siquiera acuden a tratamiento con otros de sus colegas, porque ninguno de los dos saben lo que buscan en conjunto e individualmente.
Creo que un psiquiatra dijo sobre sus pacientes "quieren salud, pero no pueden definirla", siendo esta misma situación un impedimento al ejercicio de la psiquiatría cuando otro psiquiatra dijo exactamente lo mismo, pero refiriéndose a la formación de los profesionales de la psiquiatría. Es surrealista.
Y pese a que el movimiento mundial no tiene ni pies ni cabeza, existe mucha gente buscando en este sinsentido una orientación frente al mundo. Como si la mera frase "salud mental" representara para ellos la esperanza de un futuro mejor y sin poder señalar una función real y objetiva del saber psiquiátrico. No pretendo que esta observación sea una crítica o un ataque hacia esa formación grupal que abarca tanto a los empeños individuales como gubernamentales en busca de un anhelado "bienestar" individual y grupal. Ciertamente encuentro esta formación fascinante.
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